Los trabajadores felices son más productivos, están más comprometidos con su empresa y son mejores líderes. Además, el bienestar laboral está relacionado con un mayor éxito profesional
Hasta hace no mucho tiempo, el trabajo se consideraba únicamente como un medio para obtener ingresos. Que gustara y se consiguiera ser feliz durante esas ocho horas (o las que fueran) era algo que se agradecía si se tenía esa suerte, pero no formaba parte de los requisitos a tener en cuenta a la hora de aceptar un empleo.
Desde hace unos años, sin embargo, el campo de la felicidad en el trabajo acumula estudios e investigaciones cuyos resultados resaltan la importancia de ese bienestar laboral. Algunas empresas, como Google, han llegado a crear la figura del ‘Chief Happiness Officer’ o jefe de Felicidad para promover un entorno en el que los trabajadores se sientan a gusto, un estado de ánimo que, además de mejorar su productividad, tiene un efecto positivo sobre su calidad de vida.
También los empleados hace tiempo que miran más allá del salario: según la ‘Encuesta Global 2022 a Millennials y Generación Z’ de Deloitte, si bien el sueldo es la razón principal por la que los entrevistados han dejado trabajos en el pasado, a la hora de decantarse por un nuevo empleo lo más valorado es un buen equilibrio entre trabajo y vida privada y las oportunidades de desarrollo profesional que ofrece el puesto. Todos estos elementos forman parte de lo que se conoce como salario emocional.
¿Qué significa ser feliz en el trabajo?
La literatura científica sobre el tema distingue entre la felicidad hedónica y la eudaimónica. Alaíde Sipahi-Dantas, profesora del Máster en desarrollo del talento del Instituto de Formación Continua-IL3 de la Universidad de Barcelona, explica que la primera es “más episódica, relacionada con la búsqueda de experiencias placenteras inmediatas”, mientras que la segunda está “vinculada a la autorrealización y a la realización de actividades conectadas con la virtud, el sentido y los valores personales”.
Ambas son importantes, señala la experta, pero es el segundo tipo de felicidad, que en el trabajo está relacionado, entre otros factores, con el aprendizaje o el desarrollo, “el que nos ayuda a navegar las incertidumbres, miedos y dificultades de la vida laboral”.
Lograr esta felicidad en el trabajo es responsabilidad tanto de la empresa como de las propias personas que la conforman. La primera debe proporcionar el entorno y las condiciones para que sus empleados prosperen, revisando su propia cultura con frecuencia para ver si está funcionando como facilitadora de ese bienestar. “La felicidad en el trabajo será más sostenible cuanto menos se la contemple como una experiencia puntual de placer, como por ejemplo eventuales fiestas de fin de año (aunque esos eventos también sean importantes), y más como un factor relevante dentro de la cultura organizacional”, indica Sipahi-Dantas. La clave está en fomentar “una visión significativa del futuro, un sentido de propósito y excelentes relaciones”.
Pero también el trabajador debe poner de su parte. “¿Cómo puede cada uno, dentro de su área de influencia, promover la felicidad en el trabajo, para uno mismo y para los demás? Responder a esta pregunta y actuar de acuerdo con las respuestas es clave para que cada uno genere un entorno de felicidad”, añade la experta.
El bienestar laboral mejora la productividad y la retención de talento
Querer alcanzar este bienestar no es un simple capricho. Las distintas investigaciones que han analizado los beneficios de ser feliz en el día a día laboral, tanto para las empresas como para los empleados, vinculan de forma muy directa la felicidad en el trabajo con la productividad. Un estudio realizado en 2021 por la Universidad de Warwick, por ejemplo, estima que los trabajadores felices son un 12% más productivos.
Otra de las ventajas del bienestar laboral es la retención de talento: según un estudio publicado en 2013 en la revista ‘Human Relations’, los empleados que están más satisfechos en sus trabajos tienen menos probabilidades de dejarlo, especialmente cuanto más tiempo lleven en la empresa. Por otra parte, la felicidad aumenta la motivación para realizar esfuerzos y superar retos, tanto dentro como fuera del trabajo, y los empleados felices son también mejores líderes.
Todo esto —trabajadores más productivos, motivados y comprometidos—se traduce en beneficios económicos para la empresa. Sipahi-Dantas cita como ejemplo un estudio de la London Business School que tomó los cien mejores lugares para trabajar en Estados Unidos y los rastreó durante 25 años. “Su conclusión fue que los mejores lugares para trabajar aumentan el valor de sus acciones en un 50 % en relación con los demás”, explica.
Ser felices en el trabajo es clave para lograr éxito profesional
Para los empleados, este bienestar tiene también beneficios más allá de estar a gusto en el día a día laboral. Son muchas las investigaciones que han relacionado éxito profesional con la felicidad en el trabajo, pero hasta hace pocos años se asumía que los empleados exitosos eran felices precisamente porque les iba bien en sus carreras. Sin embargo, una revisión de artículos científicos publicada en 2018 en el ‘Journal of Career Assessment’ apuntó a que el orden no siempre era ese: en muchas ocasiones, los empleados consiguen avanzar en sus carreras profesionales precisamente por ser felices en sus trabajos y no al contrario.
Ese éxito laboral —mejor salario, avanzar en la carrera con puestos de mayor responsabilidad, etc.— hace también que el futuro de la persona sea más estable desde un punto de vista económico. La planificación, que ayuda a mantener una buena salud financiera durante toda la vida, es más sencilla cuando se sabe cuánto se va a ganar cada mes, se prevén aumentos de sueldo o el cobro de bonos y, además, se tienen la liquidez y tranquilidad suficiente para hacer posible el ahorro para afrontar posibles imprevistos.
Aspirar al bienestar laboral es, en definitiva, algo beneficioso para todos los implicados. “Todo es interdependiente y, por lo tanto, la felicidad en el trabajo beneficia al trabajador, a la empresa y a la sociedad, en un ciclo virtuoso para todos los actores”, concluye Alaíde Sipahi-Dantas.